Chile: Breve Imaginería política - 1970 - 1973
Chile: Breve Imaginería política - 1970 - 1973

Cómo nació la pintura mural política
en Chile

Patricio Cleary
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Afiches y murales. Gráfica política 1970 - 1973
Afiches y murales. Gráfica política 1970 - 1973


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Fue en Valparaíso, en el mes de julio de 1963, que se pintó el primer mural de propaganda política, modalidad que luego, y en particular en 1970, durante la contienda que terminaría con la elección de Salvador Allende como Presidente de la República, habría de cobrar un auge enorme, llegando incluso a convertirse en un fenómeno político-cultural que llamó la atención en el mundo.

El hecho se produjo en la campaña previa a las elecciones de 1964. Allende y sus partidarios afrontaban el evento en medio de las mayores dificultades económicas, hecho que contrastaba con el enorme despliegue de recursos que mostraba la candidatura de Eduardo Frei. Su comando no sólo contaba con grandes medios financieros, sino con el apoyo de calificados profesionales: periodistas, sociólogos, psicólogos, especialistas en comunicaciones. Su propaganda copaba radios y periódicos y ella se apoyaba en slogans precisos, por lo general bastante eficaces, producto de investigaciones a cargo de gente calificada y competente. Se empleaban recursos directos e indirectos. La Marcha de la Patria Joven, fue no sólo un gran evento propagandístico montado con grandes recursos materiales, sino además un acontecimiento que se siguió desde el punto de vista informativo bajo la dirección de expertos en comunicaciones, que produjeron atractivos e impactantes reportajes.

La candidatura de la democracia cristiana había dado un paso totalmente nuevo en este terreno en las luchas políticas en Chile. Su propaganda estaba entregada a una agencia publicitaria, y su plan no dejaba ningún aspecto que no contemplara, incluida la propaganda callejera, que hasta entonces había sido dominio tradicional de la izquierda. Así fue como en los primeros días de la campaña, abierta oficialmente en mayo del 63, las calles de todas las ciudades del país aparecieron con sus muros pintados con las llamadas estrellas de Frei, algunas con características monumentales.

Todo esto tomó por sorpresa a la candidatura popular, y no fuimos una excepción quiénes trabajábamos por ella en la provincia de Valparaíso. Carecíamos de preparación para enfrentar el desafío, acostumbrados como estábamos a una cierta improvisación y rutina. No atinábamos, por lo general, sino a la descalificación de lo obrado por el adversario o a una tentativa, tan loca como inútil - por la pobreza irremediable de nuestros medios económicos - de tratar de seguir sus pasos, imitando sus procedimientos, cuya característica principal era una completa profesionalización.

Viva Allende

Recuerdo nuestra Casa del Pueblo en la calle Melgarejo, con sus muros adornados con retratos hechos por el retratista porteño Raúl Anguita, y recuerdo nuestros quebraderos de cabeza para saber cómo implementar nuestra campaña de propaganda. Nos proponíamos partir con una gran ofensiva callejera, y su iniciación, una inolvidable noche del mes de mayo, aunque nos produjo muchas satisfacciones por la magnitud de la movilización de activistas - miles de ellos salieron a pintar hasta altas horas de la madrugada -, nos acarreó también complicados problemas políticos. Nuestro material de base estuvo constituido por diez sacos de negro de humo original donados por los obreros portuarios y petroleros, quienes proporcionaron también el colapiz y un buen número de tambores. Con todo ello pudimos preparar más de dos mil litros de pintura negra de excelente calidad. El resultado fue que llenamos literalmente toda la provincia de Valparaiso con las famosas equis de la campaña de Allende. Tanto que, por falta de una mayor reflexión previa, se cometieron muchos errores, como el haber pintarrajeado, por ejemplo, muchos monumentos, edificios y lugares tradicionales, lo que dio origen a una venenosa pero eficaz campaña de los diarios El Mercurio y su edición vespertina La Estrella. Nos calificaron en todos los tonos: vándalos, maleantes, etc., y acompañaron sus crónicas con fotos maliciosamente retocadas.

De repente nos hallamos totalmente a la defensiva.

Fue en este clima que surgió, producto de conversaciones entre el pintor Jorge Osorio, un estudiante de arquitectura con muchas condiciones artisticas llamado Osvaldo Stranger, y el autor de esta crónica - que tenía las funciones de encargado de propaganda de la campaña - la idea de intentar fórmulas propagandísticas distintas, como representar, por ejemplo, artísticamente, en afiches pintados directamente en los muros las consignas y aspiraciones populares. Aprobamos la idea, a partir de un boceto que sin propósito concreto habia diseñado Osorio en sus ratos de ocio. Fue más fácil despertar el entusiasmo de todos nosotros que hallar, en seguida, los medios para su realización. Finalmente, el problema se resolvió y elegimos una muralla ubicada en la avenida España, la estratégica arteria que une Valparaíso con Viña del Mar. Osorio y Stranger, apoyados por un comité de jóvenes, pintaron el mural en una sola noche.

Fue ése el primer mural político que se haya pintado, que sepamos, en el país. Era el mes de julio de 1963.

En el comando la reacción fue de dulce y de grasa. Algunos lo tomaron simplemente como una humorada y a otros les pareció que se trataba de un gasto inútil. Pero el entusiasmo se había ya apoderado de los pintores, y Jorge Osorio planteó de inmediato un segundo mural. Lo pintaron también en la avenida España, esta vez en un muro mucho más largo que el anterior, y más cerca de la Estación Barón. Era una alegoría de las luchas del pueblo y de sus esperanzas. Causó una buena impresión, y la medida de su impacto lo dió la reacción más o menos inmediata del Comando de la candidatura democristiana, que hizo traer de Santiago un equipo profesional de propagandistas callejeros para que pintaran en los días siguientes una inmensa estrella de Frei con la leyenda 50.000 becas para los niños pobres. Osvaldo Stranger respondió la noche siguiente pintando al lado de la estrella el emblema allendista con un slogan: En el Gobierno Popular no habrá niños pobres. Había comenzado lo que se dió luego en llamar batalla de propaganda de la Avenida España. En ella participaron muchos comités juveniles, en particular los del cerro Placeres, que tomaron como tarea el cubrir prácticamente en toda su longitud la avenida España con la equis de Allende, a la que, a partir de ese momento, se le agregaron los colores nacionales, provocando un gran impacto visual. Recuerdo que el propio Neruda, que vivía entonces en el cerro Bellavista, detras del teatro Marú, manifestó su interés y entusiasmo por lo que llamó bella acción policrómica.

Santiago, 1964
Santiago, 1964.

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Chile: Breve Imaginería política      1970 - 1973

Una calle Salvador Allende ... en el mundo

 


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