Chile: Breve Imaginería política - 1970 - 1973
Chile: Breve Imaginería política - 1970 - 1973

La Nueva Canción Chilena

Fernando Barraza
La Nueva Canción  Chilena
 
Las manos de Víctor Jara
Joan Turner
DICAP :
catálogo 1968 - 1973
Antes de la Nueva Canción
Osvaldo Rodríguez
La Nueva Canción Chilena
Fernando Barraza
[ 1 ] - [ 2 ] - [ 3 ]

La Peña de los Parra
Osvaldo Rodríguez

La Peña de los Parra :
catálogo 1968 - 1973

 

Inti-Illimani - A la revolución mexicana. Canto de pueblos andinos

Quilapayún - El enano maldito acota . Recital
Recital popular Quilapayún (afiche)
Amerindios - Tu sueño es mi sueño ...
Se cumple un año ...
Duo Coirón - Tamarugo y yerba buena
Duo Coirón - El Canto de la Tierra (afiche)
Chile - El gran desafío
Chile pueblo, 2° año de gobierno popular
Ballet folklórico Aucamán (afiche)
Aparcoa - Canto general
Festival internacional - Junio 1973 (afiche)
Los Jaivas - Todos juntos

 

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7 - El bolero, la UP, Bob Dylan y otras yerbas

La Nueva Canción Chilena vivió su época de mayor auge entre 1968 y 1970, lo que coincide con la época inmediatamente anterior al triunfo de la Unidad Popular, en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970.
Pero antes de analizar esa coincidencia, es bueno remontarse brevemente en el tiempo y analizar algunos factores externos que condicionaron la aparición de la Nueva Canción Chilena (los internos los vimos en capítulos anteriores)
En la década del 40, la música chilena se mantiene en un discreto segundo plano. Es la época del bolero, romántico y repetido. Hacia 1954, un chileno (Lucho Gatica) triunfa internacionalmente, pero sin aportar nada a la música nuestra, como puede colegirse de la letra de uno de sus mayores éxitos:

No existe un momento del día
En que pueda apartarte de mí,
El mundo parece distinto
Cuando no estás junto a mí.

Pocos años después, la locura del rock envuelve también a nuestro país. Bill Haley y sus Cometas, Elvis Presley, Paul Anka, Little Richard, The Platters y tantos otros, abren un largo capítulo en inglés para la música popular.
Los intérpretes chilenos aprenden rápidamente el idioma foráneo y se disfrazan cambiándose el nombre.
Alex Alexander, Pat Henry, Danny Chilean, Peter Rock o The Carr Twins ocultaban a los González o a los Carrasco. Posteriormente ya a mediados de la década del 60, irrumpe la llamada Nueva Ola Folklórica, movimiento que en alguna medida, preparó el camino para el auge de la Nueva Canción Chilena.
Se trata en muchos casos, de canciones de seudoprotesta que, mediante adecuados y numerosos arreglos vocales, resucitan ritmos folklóricos ya olvidados, como la refalosa y el cachimbo. Los Cuatro Cuartos y Las Cuatro Brujas encabezan la nueva ola.
Al poco tiempo de su espectacular promoción, el movimiento se diluye con la misma vertiginosidad con que se había trepado a la fama.
Pero algo queda, además de cantantes como José Alfredo Pollo Fuentes o Pedro Messone, que pasan a engrosar las filas de la música comercial.
Desde luego, algunos compositores e intérpretes de calidad, como Patricio Manns (pocas veces en los últimos años, una canción chilena ha logrado el éxito de Arriba en la Cordillera) o Rolando Alarcón, con su refalosa Oiga Usted, General:

Escuche usted, general,
Voy a decir tres palabras:
Soy la madre del soldado
Que cayó en esta batalla.
Yo no he criado a mi hijo
Para que fuera soldado.
El bailaba refalosa
Y trabajaba el arado.

La Nueva Ola Folklórica creó en el público el hábito de escuchar canciones chilenas. Y por ese resquicio se cuela la Nueva Canción Chilena, con una pléyade numerosa de compositores e intérpretes.
Angel e Isabel Parra, Víctor Jara, Kiko Alvarez, Rolando Alarcón, Patricio Manns, Héctor Pavez, Quilapayún, Inti Illimani, Sergio Ortega, Luis Advis, Payo Grondona, Silvia Urbina, Tiempo Nuevo, Amerindios, Gitano Rodríguez, Martín Domínguez, Sofanor Tobar, Richard Rojas, Lonquimay, Fernando Ugarte, Charo Jofré, Los Curacas, Aparcoa, Clemente Izurieta.
Paralelamente, hay otro grupo de autores e intérpretes que, si bien no cultivan la temática social en forma reiterada, son fundamentales para el auge y difusión de la canción chilena sin apellido.
Margot Loyola (a juicio de muchos, la máxima intérprete del folklore chileno), Los De Ramón, Gabriela Pizarro, el conjunto Millaray, Vicente Bianchi, el Cuncumén, Raquel Barros, Agrupación Folklórica de Chile, Los Quincheros (aunque han aparecido en televisión interpretando, incluso, los éxitos del festival de San Remo 1972) y muchos otros son buenos exponentes de la música chilena y la imponen en la preferencia de amplios sectores de público.
Otro tanto sucede con grupos de ballet folklóricos, como el Aucamán, Loncurahue, Pucará, Ballet Folklórico Nacional (Bafona), Conjunto de Margot Loyola, Conjunto Folklórico de la Universidad del Norte.
Fusionando los ritmos tradicionales con formas coreográficas modernas, logran en algunos casos, realizaciones escénicas de certera solvencia artística.
Es después del suicidio de Violeta Parra, en 1967, y el primer Festival de la Nueva Canción Chilena, dos años después, que la Nueva Canción alcanza su mayor difusión.
Su participación en el triunfo de la Unidad Popular parece evidente. Preparó el terreno, al lograr, mediante un mensaje artístico, una efectiva concientización en muchos sectores, especialmente juveniles.
La gran mayoría de los cultores del género participaron activamente en la lucha eleccionaria misma. Tanto con su presencia como creando canciones alusivas a la candidatura de Salvador Allende. (Es el caso de la marcha Venceremos, especie de himno de la campaña, de Sergio Ortega y Claudio Iturra.)
Canciones como Las Casitas del Barrio Alto (Víctor Jara), La Batea (Quilapayún, Canciones Funcionales (Angel Parra) y tantas otras, abonaron el terreno para el triunfo de la Unidad Popular.
El tema No nos moverán (Conjunto Tiempo Nuevo, de Valparaíso) se transformó, entre el 4 de septiembre y el 4 de noviembre de 1970, en una combativa y musical declaración de principios de los partidarios de Salvador Allende.
Un año después, No nos moverán tenía el privilegio de cumplir idéntico papel en la campaña presidencial uruguaya, utilizada por la candidatura del Frente Amplio.
La Nueva Canción Chilena devolvía así la mano a Daniel Viglietti, el compositor uruguayo de gran difusión en nuestro país, con temas como A desalambrar y sobre todo Canción para mi América:

Dale tu mano al indio.
Dale que te hará bien:
Encontrarás el camino
Como ayer yo lo encontré.
Es el tiempo del cobre:
Mestizo, grito y fusil.
Si no se abren las puertas,
El pueblo las sabe abrir.
América está gritando
Y el siglo se vuelve azul.
Pampas, ríos y montañas
Liberan su propia luz.
La copla no quiere dueños.
Patrones ¡no más mandar!
La guitarra americana
¡Peleando aprendió a cantar!

No terminan ahí, por cierto, las influencias recíprocas entre la Nueva Canción Chilena y otros movimientos similares que se dan en otros países de América Latina. Además de la influencia del folk song, del soul y de algunos grandes trovadores europeos.
Los uruguayos Daniel Viglietti y Alfredo Zitarrosa (después perseguidos y encarcelados por el gobierno de ese país).
Los argentinos Jorge Cafrune, Mercedes Sosa, Horacio Guaraní y sobre todo, Atahualpa Yupanqui.
Los cubanos Carlos Puebla, Eduardo Saborit, Indio Nabory, Silvio Rodríguez. Por supuesto que Carlos Puebla ocupa un lugar preferencial:

Aquí pensaban seguir
Ganando el ciento por cierto
Con casas de apartamentos
Y echar al pueblo a sufrir;
Y seguir de modo cruel
Contra el pueblo conspirando
Para seguir explotando.
Y en esto llegó Fidel.
Y se acabó la diversión,
Llegó el comandante y mandó a parar.
Aquí pensaban seguir
Jugando a la democracia
Y el pueblo que en su desgracia
Se acabara de morir
Y seguir de modo cruel
Sin cuidarse ni la forma,
Con el robo como norma.
Y en eso llegó Fidel.

Algunos temas brasileños también lograron repercusión masiva en Chile, a pesar de las dificultades idiomáticas. El tema -común a las inquietudes latinoamericanas- une más que las diferencias de un idioma, como sucede con Chico Buarque de Holanda y su Funeral del Labrador:

Esta fosa en que estás
Medida con palmos,
Es la cuenta menor
Que sacaste en la vida.
Es de buen tamaño,
Ni ancha ni honda,
Es la parte que te toca
De este latifundio.
No es una fosa grande,
Es una fosa medida,
Es la tierra que querías
Ver dividida.

En el anhelo póstumo de ese labrador brasileño se confunden los sueños de todos los campesinos del continente, luchando por una real y efectiva reforma agraria.
La Nueva Canción Chilena repercute a su vez en el resto de América Latina y muchos temas chilenos sacan ciudadanía y ganan popularidad en otros países, en lo que podría ser una futura Nueva Canción Latinoamericana.
El terreno de las influencias es amplio, Jacques Brel, Brassens, Bob Dylan, Joan Baez; Peter, Paul and Mary, Pete Seeger y por supuesto The Beatles están presentes en la línea musical e incluso temática de muchos compositores e intérpretes de la Nueva Canción Chilena.
Total: ¿Cuantas influencias debe recibir un artista hasta poder ser llamado artista?
O como se pregunta Bob Dylan, el extraordinario autor norteamericano, en su canción Soplando en el Viento:

¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de ser llamado hombre?
¿Cuántos mares debe sobrevolar una paloma antes de dormir en la arena?

Y The Beatles también prenden su velita en el velorio de la sociedad de consumo (cuyos incipientes efectos ya se dan en la sociedad chilena) al cuestionarla sugestivamente en su canción Gira Mágica y Misteriosa:

Día tras día,
Solo en la colina,
El hombre de la tonta sonrisa
Permanece quieto, completamente.
Nadie quiere conocerlo
Y dicen que es simplemente un tonto
Y él nunca da respuestas.
Pero el tonto en la colina
Ve ponerse el sol
Y los ojos de su cabeza
Ven girar el mundo.

En todo caso, más que señalar influencias específicas de un compositor o intérprete sobre otro, interesa subrayar las similitudes entre el fenómeno de la Nueva Canción Chilena en nuestro país y otros movimientos relativamente similares en otros países de América.
Es obvio que existe un contexto histórico y social que condiciona también la vida musical y que se proyecta o busca su expresión a través de la canción. Especialmente, tal fenómeno se da en América Latina. La insurgencia revolucionaria se da la mano con nuevas formas de canción.

7 - ¿Crisis de crecimiento?

El chiste fácil salió a rodar poco después del 4 de septiembre de 1970.
-¿Supiste? Se acabó la Nueva Canción Chilena.
-¡No! ¿Por qué?
-Ya no tendrá contra qué protestar...
La chirigota parecía bastante descaminada. La nueva Canción Chilena no era solamente una forma musical de protesta. Incluso en los últimos años había llegado a un nivel musical cada vez más logrado.
Así lo atestiguan obras de ambicioso alcance, como Cantata Santa María de Iquique (Quilapayún), Canto al Programa (Inti Illimani), Canto General (Aparcoa, Las Cuarenta Medidas (Lonqui).
Pero, a casi dos años del chiste, muchos se preguntan si, después de todo, la ironía no envolvía un pronóstico valedero.
En un principio, la Nueva Canción pareció adaptarse con éxito a la época constructiva que suponía el triunfo electoral de la Unidad Popular. La Marcha de la Producción (Quilapayún), Canciones de la Patria Nueva (Angel Parra) Las Muchachas del Telar ( Víctor Jara), Trabajo Voluntario y La Compañera Rescatable (Isabel Parra), son buenos ejemplos de los derroteros temáticos de la Nueva Canción Chilena.
Pero sólo constituyen excepciones. La creatividad parece a veces agotada. La canción francamente propagandística e incluso panfletaria reemplaza a menudo al tema de real calidad.
La Nueva Canción Chilena ha desaparecido del dial y de las programaciones televisivas. La producción disquera tampoco es contundente. Y el desconcierto asoma en muchos seguidores del género.
El saldo del tercer Festival de la Nueva Canción Chilena, por mucho que se quiera se generoso en el comentario, constituye un paso atrás en este ciclo de certámenes.
No se trata de ser derrotista, pero cuando todo parecía indicar el advenimiento de los mejores tiempos para la Nueva Canción, esta no responde a las expectativas cifradas en ella.
A juicio de algunos, se trataría solamente de una etapa de transición, lógica en la evolución que el país vive. El género lograría pronto una clara recuperación, al encontrar su mejor camino creativo. Una especie de crisis de crecimiento.
Otros aseguran que la crisis de la Nueva Canción Chilena es más seria. El fenómeno actual demostraría una incapacidad de la Nueva Canción para desarrollar con éxito una temática que vaya más allá de la protesta.
También hay voces que vuelven a la carga con una teoría que es resucitada de tiempo en tiempo. La crisis que vive la Nueva Canción se debería a su carencia de posibilidades bailables. Esa sería su falla, lo que la condenaría al fracaso, ya que los jóvenes prefieren los ritmos de baile.
Pero los únicos factores de la presunta crisis no parecen imputables específicamente a los creadores o intérpretes. Hay también aspectos externos, en alguna medida propios de un proceso que, en lo cultural, se da con especiales dificultades y que repercute sobre la Nueva Canción Chilena.
La situación actual al parecer se presenta netamente favorable para el movimiento musical.
Uno de los principales sellos disqueros del país (RCA Víctor) pasó al área social de la economía, a través de la Corfo, con el nombre de IRT.
René Largo Farías -hoy director del Departamento de Radio de la OIR- logró que se anunciara la aplicación de un decreto que obliga a las radioemisoras a difundir un porcentaje mínimo de música chilena diariamente.
La televisión estatal -en el Canal Nacional- y el cine, a través de Chile Films, quedaron en condiciones de poder incentivar la Nueva Canción, sea por intermedio de programas televisivos o creando una demanda de música incidental para películas, documentales o noticiarios.
Sin embargo, todas estas rosadas perspectivas no van más allá del papel que las consigna.
El decreto que obliga a incluir en la programación musical de las emisoras un porcentaje de música chilena no se cumple. Para comprobarlo, basta recorrer el dial.
No existe, hasta el momento, ningún incremento de la actividad disquera relacionada con la Nueva Canción Chilena.
En televisión el panorama es más desolador. Simplemente no hay programas dedicados a la Nueva Canción. En cambio, se prefiere llevar a todo el país la últimas variantes bailables del soul y de la música de moda, bien apoyados por una hábil dirección coreográfica (Música Libre, programa de gran sintonía en Canal Nacional).
La Nueva Canción Chilena sufre, pues, las consecuencias de todo un desarrollo cultural insuficiente, agravado por cierto por las propias fallas de la Nueva Canción, que no logra superar -en muchos casos - una naturaleza típicamente propagandística:
Todos sabemos en efecto que una canción que se caracteriza por divulgar un mensaje de naturaleza propagandística, corre todos los riesgos de ser una muy mala canción, dogmática, burdamente manipulada por una ideología que fuerza su valor de expresión. (Michèle Mattelart.)
En cualquier caso, la necesidad de un análisis a fondo parece evidente. Un cuestionamiento de la Nueva Canción Chilena y el estudio de sus nuevos derroteros, con participación de compositores, interpretes, críticos, divulgadores, periodistas especializados, poetas y músicos. De ahí tal vez podrían surgir respuestas claras y constructivas.

9 - Nuevos caminos para la Nueva Canción

La música popular tiene un desarrollo dinámico. La Nueva Canción Chilena misma nació como una necesidad de clasificar un tipo de canción que no se encuadraba dentro de las corrientes en boga en ese momento.
Desde luego, compositores como Sergio Ortega, Luis Advis, Víctor Jara, Angel e Isabel Parra, Quilapayún Payo Grondona -por citar sólo a algunos de los más representativos-, han demostrado de modo fehaciente su talento creativo y nada hace suponer que entrarían simultáneamente en una etapa de decadencia.
Existen también una serie de nuevos compositores e interpretes que deben alcanzar un lugar destacado (algunos son ya en este momento artistas consagrados). Es el caso de Charo Cofré, Tito Fernández (El Temucano), Homero Caro, Horacio Salinas, Nano Acevedo, Conjunto Huamarí, Los Patricios, Los Curacas y muchos más.
Otro camino provisorio está en las posibilidades masivas de la Nueva Canción Chilena. Hasta ahora, las distintas formas artísticas sólo estuvieron al alcance de algunos pocos artistas. Y la música chilena no escapó a ese sino.
El fenómeno es aun más claro en el caso de la Nueva Canción. Por su temática, trata de ser vocero de grandes sectores populares. Pero el autor o cantante, si no pertenece a la propia clase trabajadora, debe interpretarla desde afuera.
La tendencia actual es incentivar la creación entre los propios trabajadores. A través de festivales, jornadas o talleres de creación colectiva en fábricas, asentamientos, escuelas, universidades o unidades militares.
Así, a plazo relativamente breve, nacerá una generación de compositores e intérpretes que plantee de primera mano -desde dentro - sus inquietudes en la Nueva Canción Chilena.
En ese momento, el género musical habrá alcanzado un desarrollo realmente consistente. No se trata , por cierto, de reemplazar al artista (ya que éste siempre seguirá existiendo), sino de alternar con él, en las posibilidades expresivas de la Nueva Canción.
No es el único camino a futuro. La notable influencia del soul en la música popular ha dado lugar a un tipo de temas que combina acertadamente ciertos elementos de ritmo folklórico con reminiscencias del soul, especialmente de percusión.
Tal fenómeno se da claramente en el tema Todos Juntos, del conjunto chileno Los Jaivas. Otros grupos como Conexión, Congreso, Embrujo, Congregación, Los Blops, etc., también cultivan vetas musicales y temáticas de similares alcances, que le asignan preponderancia al aspecto instrumental.
La proximidad de este tipo de temas a la Nueva Canción Chilena aumenta, por las inquietudes letrísticas que revelan los temas que analizamos, como lo demuestra la canción Todos Juntos:

Hace mucho tiempo
Que yo vivo preguntándome,
Para qué la Tierra es tan redonda
Y una sola no más.
Si vivimos todos separados,
Para qué son el cielo y el mar.
Para qué este sol que nos alumbra,
Si no lo queremos ni mirar.
Tantas penas que nos van llevando
A todos al final.
Cuántas noches, cada noche
De ternura tendremos que dar.
Para qué vivir tan separados
Si la Tierra nos quiere juntar;
Si este mundo es uno y para todos,
Todos juntos vamos a vivir.

También en Machulenco, un idílico pueblecito que proponen Los Blops y que tiene evidentes puntos de contacto con muchas composiciones de la Nueva Canción Chilena:

Es Machulenco un pueblito sin ley,
Casita blanca, manzano y peral;
No hay puertas, no hay cercas,
No hay que esconder
Los enamorados durmiendo de pie.
En Machulenco hace mucho calor,
La gente va al río a mojarse los pies,
Conversa, se ríen trabajando al sol,
Sembrando la tierra que da que comer.
Canta, que no te hará mal,
¿Porqué llorar Penas
Que ya se irán?
(A todos nos pasa igual).
La gente en la plaza, en la calle mayor,
Se cuentan sus cosas, se ríen después,
De esto, de lo otro,
De lo que pasó,
Gallinas y perros en el velador.
Es Machulenco un pueblito sin ley,
Casita blanca, manzano y peral;
No hay puertas, no hay cercas,
No hay que temer,
Al sol le pusieron el nombre de rey.

Todos los factores anteriormente analizados parecen demostrar que La Nueva Canción Chilena está lejos de una crisis negativa y que sus posibilidades de renovación, desarrollo y enriquecimiento musical y temático son insospechadas.
Los propios cultores del género deberían, en colaboración con las autoridades que tienen posibilidades resolutivas de ayudar mediante resortes educativos legales o legislativos, diseñar los cauces futuros de la Nueva Canción. Y las medidas prácticas que podrían contribuir a su evolución y difusión. (Por cierto, no se pueden planificar marcos rígidos para un movimiento artístico.)
No se trata de un capricho o de una sugerencia antojadiza. La dependencia cultural -aunque más sutil que en otros campos- sigue constituyendo una forma de colonialismo tanto o más odiosa que el económico o político.
Contribuir al desarrollo y fortalecimiento de la Nueva Canción Chilena es luchar en forma práctica contra los saltos -a menudo alienantes - de muchas pequeñas langostas.


Fernando Barraza
del libro La Nueva Canción Chilena,
colección Nosotros los chilenos. Ed. Quimantú - 1972



 

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Afiches y murales. Gráfica política 1970 - 1973
Afiches y murales. Gráfica política 1970 - 1973

 

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