Hoy llegué como todos los días, orillando la Moneda como si se tratara de un lago geométrico. Una fila interminable de carabineros, verticales como árboles, custodiaba el palacio.
El cielo está gris. Algunos fragmentos de azul, hacen pensar que más tarde entibiará el sol
escuálido de septiembre, enfriado por el viento.
En las portadas de todos los diarios,
dos Torres,
como dos ojos cerrados y ciegos, acaparan el espacio.
A ratos imagino el rugido de los motores aéreos,
el estallido de las bombas
o el golpeteo aterrado de los tacos sobre la piedra.
Botas furiosas, frenos, gritos y zapatos de mujer sincopados, torpes,
los brazos detrás de la nuca.
El centro cívico, dormido.
Olvidado,
desmemoriado.
Aquí nadie llora, ni grita en chileno.
En las noticias como un himno,
mil veces repetido :
¡Oh my God!

Carolina María. Chile.