( 09/2001 ) -- Los apóstoles del liberalismo económico mundial deberían regocijarse hoy, después de la destrucción del World Trade Center (WTC). ¡Que no se vayan a quejar! ¡Se harán negocios fabulosos!

Habrá que alimentar 10.000 personas en Halifax, a cuenta de las compañías de seguros o de las compañías aéreas. Las 300 habitaciones del hotel Mirabel estarán llenas. El cobre para rehacer las cañerías del WTC dará un nuevo empuje a la economía de Abitibi. La fibra óptica y las computadoras necesarias para hacer funcionar de nuevo todo ese sistema reactivarán ciertas empresas de alta tecnología que pasaban por serias dificultades desde hace algunos meses.

¡Imaginen todas las horas suplementarias trabajadas por los médicos, los psicólogos y el personal de asistencia a los heridos! Piensen en todos los ataúdes que se venderán para los funerales, con gran pompa.

Por supuesto, como decía la psicóloga, todo esto podría haber sido evitado. ¿Pero para qué evitarlo? ¡Si nos repiten desde la época Reagan y del papá Bush que seremos más felices cuanto más dinero circule en el comercio mundial! Bien se pueden sacrificar algunos miles de personas para que la economía funcione ¿No? Todos los imperios lo saben. Entonces, ¿Qué es necesario aún para que se despierten? ¿Una guerra tipo Vietnam en suelo estadounidense?

¿No se dan cuenta que, más allá de algunos hechos precisos como la guerra larvada en el Medio Oriente y la conferencia de Durban sobre el racismo, es toda la manera de Estados Unidos de ver el mundo que es rechazada por millones y millones de personas?

Hay malvados en el mundo dice la psicóloga en la televisión. Por supuesto los que hambrean continentes enteros haciendo funcionar los mercados a su conveniencia no son personas malvadas; únicamente los que se rebelan contra la justicia de los poderosos son malvados personajes.

La venganza ejemplar con que sueñan los estadounidenses será también excelente para el comercio mundial. Puesto que cada respuesta invita a represalias, imaginen el boom económico que van a engendrar las reconstrucciones sucesivas. La justicia punitiva a la manera de los Estados Unidos: ojo por ojo, diente por diente. Si los oftalmólogos y los dentistas hubieran podido reemplazar un ojo o un diente ¡Qué negocios habrían hecho!

Los Estados Unidos son más fuertes que una banda de terroristas dice un oficial del ejército estadounidense. Fácil de decir, pero sería más fácil de hacer si los Estados Unidos comprendieran que es su interés contribuir a un reparto equitable de las riquezas. Por el momento todo esto se parece a los últimos años del imperio romano, en peor.

Sí, la venganza será buena para el PNB de Estados Unidos. Hay que prever también que muchos apóstoles de la libertad aplaudirán aterrorizados al perder la propia. Aún si terminan en una especie de gulag capitalista. Después de dos siglos en que la estatua de la Libertad domina sola en Manhattan, sería quizás la ocasión, aunque sea por reflejo de sobrevivencia, de instalar a su lado su hermana, la estatua de la Solidaridad humana.

Vuestro coarrendatario del planeta azul,
Louis-Marie Poissant, Canadá.

Publicado también en La Insignia : http://www.lainsignia.org/2001/septiembre/int_036.htm