( 10/2001 ) -- Hay aún días en que sentimos esa horrible humareda y es muy difícil salir del estado de embotamiento en que estamos desde el 11 de septiembre.
Pero la otra tarde fuí a pasear a Union Square, al lado de mi casa y es verdaderamente hermoso lo que sucede. La gente que se reúne para rezar, para compartir, para expresar su pena y sus esperanzas. Hay grandes pinturas murales para que los que quieran puedan dibujar y escribir. Hay esculturas improvisadas. Hay velas … miles de velas. Y flores … la gente en actitud recogida … y muy pacífica.

No sé que pensar de lo que sucederá ahora. Pienso que el terrorismo es terriblemente peligroso, y que poco importa el llamado colonialismo dominante de los Estados Unidos, es inexcusable. Para nuestra seguridad común, de todos, creo que hay que combatir el terrorismo y no veo cómo se lo puede combatir de manera pacífica.

Dicho esto, no cabe duda que los terroristas encuentran su poder en el apoyo de pueblos que han sido completamente explotados, llevados al hambre, destruídos por la civilización occidental, el enriquecimiento de algunos en detrimento de una tan grande cantidad de excluídos. Evidentemente más que nunca hay hoy una enorme necesidad de restablecer los equilibrios a ese nivel. Y desgraciadamente los estadounidenses no parecen para nada preparados a cuestionarse, me aterra su patriotismo, su religiosidad que bordea un fanatismo tan peligroso como el de los terroristas. Es tanto más grave que ahora se escudan tras un sentimiento de víctima justificando así sus reacciones de defensa.

Pero creo que este país es capaz de mirar francamente sus reponsabilidades en la explotación de los pueblos, especialmente en estas condiciones de dolor extremo. Las pasiones se desencadenan en un campo como en el otro. Mi única esperanza en este momento es que todo esto no vaya demasiado lejos. Tengo miedo de una guerra civil en Paquistán. Tengo miedo de una acción militar de los Estados Unidos que funcionaría como una chispa en un barril de pólvora. Tengo miedo del aislamiento de los antagonistas sin ninguna posibilidad de diálogo, cada uno instalándose en su fervor, en sus ideas, en su dolor … Y sinceramente no veo cómo no se llegará a eso ahora.

Me afirmo, diciéndome que no se vive nunca un cambio de paradigma serenamente, pacíficamente. Me reafirmo diciéndome que las fuerzas constructivas terminarán por vencer las destructivas. Finalmente la guerra del Vietnam terminó sobre todo gracias a la presión de los militares estadounidenses sobre su gobierno. Hay mucha gente formidable en este país y en el mundo entero y me sostengo esperando que llegaremos eventualmente a influenciar la continuación de los hechos (...)

Marisha,
Nueva York. Estados Unidos.