( 12/2002 ) -- Sybila Arredondo en libertad después de 15 años de prisión en Perú

A veinticuatro días de haber mi madre atravesado de regreso el portón de metal de la cárcel de máxima seguridad de Chorrillos, y siendo éste el último día de un año que precisamente por ello será inolvidable para nuestra familia, siento la necesidad de detenerme para agradecer la compañía de tanta gente buena que estuvo siempre aquí, sosteniéndonos de tan diversos modos y en tan diversas circunstancias.

Desde doña Emilia, la vecina, que me alcanzó un plato de comida cuando adivinó que las fuerzas no daban para hacer frente a las tareas cotidianas, hasta don Ernesto Sábato, quien durante la época más dura en las prisiones políticas del Perú, cuando estaban prohibidos hasta el lápiz y el papel, escribió al entonces ministro de Justicia: Ignoro si la viuda del gran escritor José María Arguedas tiene vinculación con Sendero Luminoso. Pero, aunque la justicia haya probado esa vinculación, los hechos que me hace conocer la señora Teillier son atroces y van contra la sacralidad del ser humano. Ningún espíritu que cree en ese carácter sagrado de la persona podría justificar semejantes horrores.

En estas dos entregas quiero sintetizar todo lo recibido en casi quince años. Gracias, amigas; gracias, amigos, por haberme enriquecido así. Por haberme ayudado a seguir caminando cerca de mi madre y al lado de mis hijos.

Los abrazo, y les pido que nunca dejemos de alimentar nuestra capacidad de reflexión y, en la medida de lo posible, la de quienes nos rodean, dentro o fuera de la cárcel, en el mundo de arriba, en el de abajo o en el del medio... Cuestionemos, tratemos de ir siempre más allá, no aceptemos lo elemental como lo cierto, no permitamos que nos cieguen los uniformes verdes, rojos o amarillos, no dejemos que los bloques de concreto se instalen en nuestro pensamiento.

( ... ) el año que viene puede ser mejor. Sé que también depende de nosotros. Hasta siempre... Carolina Teillier. Lima, Perú.A veinticuatro días de haber mi madre atravesado de regreso el portón de metal de la cárcel de máxima seguridad de Chorrillos, y siendo éste el último día de un año que precisamente por ello será inolvidable para nuestra familia, siento la necesidad de detenerme para agradecer la compañía de tanta gente buena que estuvo siempre aquí, sosteniéndonos de tan diversos modos y en tan diversas circunstancias.

Desde doña Emilia, la vecina, que me alcanzó un plato de comida cuando adivinó que las fuerzas no daban para hacer frente a las tareas cotidianas, hasta don Ernesto Sábato, quien durante la época más dura en las prisiones políticas del Perú, cuando estaban prohibidos hasta el lápiz y el papel, escribió al entonces ministro de Justicia: Ignoro si la viuda del gran escritor José María Arguedas tiene vinculación con Sendero Luminoso. Pero, aunque la justicia haya probado esa vinculación, los hechos que me hace conocer la señora Teillier son atroces y van contra la sacralidad del ser humano. Ningún espíritu que cree en ese carácter sagrado de la persona podría justificar semejantes horrores.

En estas dos entregas quiero sintetizar todo lo recibido en casi quince años. Gracias, amigas; gracias, amigos, por haberme enriquecido así. Por haberme ayudado a seguir caminando cerca de mi madre y al lado de mis hijos.

Los abrazo, y les pido que nunca dejemos de alimentar nuestra capacidad de reflexión y, en la medida de lo posible, la de quienes nos rodean, dentro o fuera de la cárcel, en el mundo de arriba, en el de abajo o en el del medio... Cuestionemos, tratemos de ir siempre más allá, no aceptemos lo elemental como lo cierto, no permitamos que nos cieguen los uniformes verdes, rojos o amarillos, no dejemos que los bloques de concreto se instalen en nuestro pensamiento.

( ... ) el año que viene puede ser mejor. Sé que también depende de nosotros. Hasta siempre...

Carolina Teillier. Lima, Perú. 12/2002