(05/2006 ) -- Quiero agradecerles por esta página, gracias muchas gracias, es un golpe la memoria, tengo 26 años, viví la dictadura desde mi nacimiento hasta que salí de mi país el año 86. No me olvido que con sólo 5 años de edad mi mamá me llevaba a las manifestaciones, no entendía al principio porqué me llevaba pero yo iba y como me gustaba tocar la cacerola o mejor dicho la olla, era feliz, hoy le doy las gracias a mi madre ( ... ) ya que comprendí que todo lo que se hacía era para cambiar el futuro de todos.

No me olvido de ver pasar los helicópteros y los aviones todas las noches después del toque de queda (vivía a dos cuadras de la FACH). Tampoco me olvido de los milicos en las puertas de las casas con las ametralladoras o de que estuviesen en los techos; no me olvido cuando una noche una vecina nos tocó la ventana para que viéramos como incendiaban la iglesia y se llevaban a la gente que estaba en ella reunida. ( ... ) no me olvido de ver pasar los tanques de guerra frente a mi casa. Tampoco me olvido cuando se llevaron preso a mi tío que era maestro por estar en una manifestación en contra del gobierno militar, gracias a Dios un conocido que era paco en la comisaría lo vió, avisó a mi familia y no sé ni cómo pudo salir de ahí y llegó a casa ( ... )

No me olvido de Araceli Romo, hija de don Pepe, un amigo de mi familia atada a un árbol y quemada viva por ser comunista. No me olvido de cuando mi vecina Zuly gritaba ahí vienen los pacos y todos corríamos a escondernos. No me olvido que a la hora del toque de queda mi abuelo ponía su radio a pilas mientras la casa estaba a oscuras y todos acostados callados escuchábamos Radio Moscú, el programa Escucha Chile. ¡Cómo poder olvidarme todo eso! Lo que nunca olvidaré es que por culpa de ese asesino Pinochet tuve que salir de Chile con mis seis años, dejar a toda mi familia, irme con mi madre a un país extraño ( ... ). No puedo olvidar que arruinó mi niñez, mi identidad, es como que algo cambió en mí. Intenté vivir en Chile ( ... ) pero cuando volvimos yo era extranjera en mi propia tierra. Esas cosas no se pueden olvidar. Y cada vez que viajo a Chile veo que la gente olvidó todas esas cosas, ya no se acuerdan de todo lo que tuvimos que vivir, las agonías, el estar con temor todo el tiempo, se olvidan de nuestros hermanos que dejaron su sangre por no callarse y por luchar por un futuro mejor ... Por favor, no olvidar nunca. Hay que tener la memoria activa. Ni olvido ni perdón.

Sin justicia en Chile nunca se podrá establecer una conciliación ...

Andrea Varas,
Buenos Aires. Argentina. 05/2006