( 12/2006 ) --- Ahí está su cadáver descomponiéndose, rodeado de curas y milicos, funerales de honor, cureñas, caballos, todos pagamos con el IVA de 19% estas exequias egregias, históricas, con discursos de Hasbún y del cardenal Errázuriz, rodeado su cadáver de sus cómplices y secuaces; ante su cadáver maloliente ninguno de los del patio del Alpatacal se ha acordado de los niños quemados, véanle la cara a Carmen Gloria, vayan al hospital Fricke, recuerden el cuerpo calcinado de Rodrigo botado en los extramuros de la ciudad, Fernández Ditus impune, Fernández Larios tranquilo en su mansión en USA, nadie se ha acordado de los degollados, Manuel, Juan Manuel, Santiago, los jueces negaron esos crímenes, los jueces ordenaron interrogatorios, trámites varios, careos, nunca condenaron, nadie se acuerda de los desaparecidos, no tuvieron funeral, apenas unos rieles encontrados por un juez excepcional, nadie se acuerda del hambre, la miseria y las quiebras de 1982, la peor crisis económica en la historia de este pobre país víctima de la Escuela de Chicago, nadie se acuerda de los PEM y los POJH, andan diciendo allá en el Alpatacal que le hizo tanto bien a nuestra economía, a sus cuentas en el Riggs si, a los pobres de los cerros pobres de Valparaíso que ayer marcharon alegres siquiera por un rato no, nadie se acuerda de la operación Albania, de Orlando Letelier, Bernardo Leighton, Anita Fresno, Carlos Prats, el ultra Melnik no recuerda el informe Church, el senado yanqui contándonos que allá se tomaron las decisiones, que Nixon y Kisinger ordenaron cada paso, nadie se acuerda de los torturados, veintiocho mil en la Valech, tantos y tantos, ahí están los torturadores en la capilla ardiente, mojados con agua bendita, mientras en la Alameda el guanaco de los pacos moja y derriba a los que se atrevieron a alegrarse por un rato, allí entre responsos pidiendo que el alma negra entre a los cielos nadie se acuerda de Lonquén, de los Maureira, de los masacrados escondidos en la mina de cal, de los pacos amnistiados, los jueces por supuesto hicieron lo debido, o quizá lo indebido, la amnistía sigue viva, vigente, los asesinos de Lonquén siguen cobrando sus sueldos y recibiendo sus uniformes y zapatos y armas, con los impuestos que todos pagamos, con los que también se cancelarán cada mes los de los jueces que no se atrevieron, que negaron justicia, que no salvaron a Eugenio y a Mario, que no vieron ni averiguaron acerca del cadáver de Lumi en la embajada, que no pudieron descubrir a los asesinos de Matute, que no han dado justicia a este país.

No son versos
apenas un poco de memoria
no habrá perdón ni olvido.
Juicio a los jueces

Carlos Bau Aedo
Diciembre del 2006