La revista chilena Araucaria
Carlos Orellana - 1983
Cuando aparecía en Madrid, en febrero de 1978, el número
uno de la revista Araucaria (1), sus fundadores no hacían
sino seguir una línea más o menos inevitable, consecutiva
al golpe de estado de 1973 y coherente con la necesidad de expresarse
que nació o se agudizó en muchos a raíz del trauma
que produjo el asalto al poder de los militares. Araucaria,
como otras revistas chilenas que ya circulaban, o como otras que lo
harían después (2), surgió como una típica
revista del exilio, cosa que señalamos, porque en nuestra tentativa
de definir su carácter, este es el rasgo que aparece de manera
más inmediata.
Revista del exilio, en efecto. Porque aún si en su
concepción del trabajo cultural, como se declara en la nota editorial
del número 1, comienza por comprobar que "los desterrados
no se acostumbran a la idea de una cultura chilena dividida, la de adentro
y la de afuera" y apunta a una visión de ella como
entidad "indestructible e indivisible", es notorio
que sus páginas, pese a sus esfuerzos, reflejan sobre todo el
trabajo del chileno expatriado.
El chileno que tuvo que abandonar el país tiende, en el primer
tiempo, a contar sus razones y a recrear morosamente las circunstancias
del putsch militar. Se desarrolla así un género
que, aunque tiene en Chile algunos antecedentes ilustres, nunca había
alcanzado una ramificación y robustez semejantes. Nos referimos
al testimonio. En los primeros años se publican decenas de libros
testimoniales. Algunos son ya más o menos clásicos (Tejas
verdes, de Hernán Valdés; El estadio, de
Sergio Villegas; Cerco de púas, de Aníbal Quijada;
Prisionero de guerra, de Rolando Carrasco). En las revistas,
el género es obligatorio y Araucaria no escapa a ello.
Procura, sin embargo (hacia 1978 el volumen de testimonios publicados
en el mundo era ya muy considerable), evitar las repeticiones, los textos
reiterativos o puramente panfletarios. (3)
Cinco años después del golpe de estado, la prolongación
del exilio y su desarrollo como fenómeno que afecta a decenas
de miles de personas, conduce lógicamente al surgimiento del
testimonio sobre esta nueva condición. El chileno habla de su
nueva vida, de su peripecia afectiva, económica y cultural en
tierra extranjera. La revista recoge numerosos materiales de este carácter.
Testimonios de obreros, de dueñas de casas, de políticos,
de jóvenes. De escritores también, ciertamente, quienes
no sólo abordan el relato de lo que ahora son sus vidas, sino
que examinan también el alcance de su nueva condición
en tanto profesionales de la palabra. El exilio es analizado también
por médicos, por sicólogos. (4)
Algunos viven el destierro como una enfermedad, pero los más
perspicaces advierten, con Cortázar, que aunque "el
exilio y la tristeza van siempre de la mano", es necesario
sacarle a aquél el máximo partido, "abrir y enriquecer
el horizonte mental para que cuando converja otra vez sobre lo nuestro
lo haga con mayor lucidez y mayor alcance". Hay que "superar
el desgarramiento", agrega, y encontrar "la respuesta
activa y eficaz". (5)
Digamos, de paso, que este programa cortazariano es exactamente el
de la revista.
Araucaria es, pues, una revista del exilio.
Y en esta porfía por hallar las líneas que expliquen
su perfil, digamos que ella es una revista chilena. Es decir,
una revista escrita principalmente por autores chilenos, pensada en
lo esencial para lectores chilenos, y cuya preocupación temática
dominante es Chile. Todo lo cual corresponde a una opción deliberada.
Chile en todos los aspectos posibles. Su historia cultural, su historia
y su presente políticos, su historia a secas; su educación,
su economía; su creación artística.
Que no se crea que esta línea está dictada por consideraciones
localistas que resultarían tan estrechas como anacrónicas.
No se trata de imaginar la reflexión y la creación como
ejercicios entre aldeanos, circunscritos al horizonte que le imponen
los límites de la aldea. Pensar el propio país ha sido
siempre ocupación intelectual prioritaria. Más que eso:
está en la raíz misma del impulso intelectual. Ahora bien,
pensar Chile, si se tiene en cuenta la profundidad del desgarramiento
que han vivido los chilenos, se convierte en tarea, en responsabilidad
virtualmente obligatoria.
Chile aparece, entonces, como el protagonista perenne. Por razones
perfectamente previstas, hay una incidencia constante en los temas del
presente político, cuya evocación se manifiesta en múltiples
canales: en el ensayo propiamente de análisis de la realidad
contingente; (6) en la creación literaria, poblada de modo inevitable
de la vivencia de este tiempo; en los testimonios, y en múltiples
crónicas y reportajes. Cada número, por otra parte, está
lleno de signos de todo orden, incluidos los que surgen del mensaje
visual (dibujos, reproducciones de pinturas, fotografías) que
se ajustan a los propósitos expresados en el número 1
de la revista, que habla del cuidado que dedicará al hombre que
"vive bajo estado de sitio" y a la cultura que se
mantiene "bajo toque de queda".
La revista se asoma también al Chile del pasado lejano o inmediato.
(7)
Pero la atención está concentrada principalmente en los
problemas de la cultura chilena, y con esto estamos ya aludiendo al
tercer rasgo que define la personalidad de Araucaria: su carácter
de revista cultural.
Todos los campos de la producción cultural -o casi todos- hallan
un eco en las páginas de la revista. Sea a través de la
publicación de obras propiamente de creación (narrativa,
poesía, teatro), sea por la vía del análisis y
de la crítica.
La revista publica una serie que suscita una explicable curiosidad:
los "Capítulos de la cultura chilena", que
agrupan diversa documentación en torno a la plástica,
la música, la universidad, la ciencia, el teatro, las ciencias
sociales y el cine. Sus claves descansan en la posibilidad de una reflexión
que parte de la opinión expresada por el propio productor cultural.
La palabra sobre su pintura la tiene el pintor, sobre su música
el músico, y así sucesivamente, dejando por el momento
en un plano de espera el juicio del crítico y del historiador.
De acuerdo con esa concepción, son capítulos que no configuran
de ningún modo una "historia"; son piezas
de un proceso, instancias constantemente abiertas a desarrollos que
están todavía por hacerse. (8)
Digamos, de inmediato, que Araucaria no es una revista literaria,
aunque la literatura tiene en ella una presencia importante. Ha publicado
trabajos de no menos de noventa autores, entre poetas y prosistas. Nombres
consagrados, nombres que se oyen por primera vez; trabajos extensos
o breves, incluso muy breves, algunos; atmósferas, temperamentos,
preocupaciones, estilos muy diferentes; y una constante rara vez vulnerada:
la calidad (9). No son muchos, en cambio, los estudios literarios. Su
cuota es más o menos similar a la de los artículos consagrados
a otras áreas del trabajo cultural. En esto opera un criterio
que se funda en la decisión de no privilegiar en particular ninguna
de ellas. Se tiene, además, en cuenta que los estudios literarios
representan el objeto exclusivo de muchas y muy calificadas revistas
que se publican en diferentes países, y está absolutamente
fuera de cuestión el intentar en esta materia la menor competencia.
(10)
Por eso calificamos a Araucaria de revista cultural.
Ahora bien, si se trata de una publicación que reúne
la condición de ser cultural, chilena y del exilio, es difícil
imaginar que no sea también una revista política.
Lo es, en efecto, y no sólo en aquellas materias donde el sesgo
político o ideológico osa decir su nombre; porque la connotación
política está rara vez ausente (así se trate de
comisión o de omisión) en Chile y en Latinoamérica,
de casi todo lo que se hace en el campo de la producción cultural.
Hay una cita obligatoria para cada uno de nosotros en esa esquina a
partir de la cual los senderos se bifurcan. De la conducta política
-un oficio eminentemente intelectual- no se escapan tampoco, por supuesto,
quienes sostienen no querer saber nada de ella. (11)
Araucaria es una revista política, lo que no quiere decir que
sea una "revista de partido" en el sentido más
estrecho, menos noble de la palabra.
Aludimos a otra condición y asociado a ella surge otro rasgo
definitorio: Araucaria es también una revista latinoamericana.
Por cierto que una revista latinoamericana para chilenos, ya que poco
se podría decir de México a los mexicanos, de Uruguay
a los uruguayos o de Nicaragua a los nicaragüenses. Pero sí
mucho, en cambio, a los chilenos mismos, cuyo aprendizaje latinoamericano
es todavía incompleto. Es cierto que han pasado ya tres décadas
desde el tiempo en que el más influyente semanario santiaguino
descubría Los pasos perdidos u Hombres de maíz
sólo cuando en París ganaban el premio al mejor libro
extranjero del año. Un ejemplo de dependencia cultural que resulta
más que cómico si se considera que esos títulos
representaban ya entonces algo más que un simple germen de una
literatura que pronto sería saludada como una de las más
interesantes del planeta. Es cierto también que siempre hubo
en alguna parte -universidades, partidos políticos de izquierda-
ángeles custodios que velaban por la verdad, adormecida u olvidada,
de la filiación histórica y cultural más extensa
de nuestros orígenes y, sobre todo, de nuestro presente. Pero
ellos eran sólo una minoría, gente muy estudiosa o muy
sensible. Fue necesaria la Revolución Cubana para que con ella
cambiara esta situación. Aunque no tanto como para que durante
un tiempo todavía largo, sectores muy amplios de Chile siguieran
viviendo de espaldas a nuestro continente, cultivando mitos y prejuicios
cuidadosamente alimentados por capas intelectuales que se negaban a
beber otra leche que no fuera la que producen los establos (o los laboratorios)
de los centros mundiales de decisión cultural. Hasta que llegó
el golpe de estado y todo se vino abajo. El corte histórico tremendo
que vivimos nos enseñó, entre muchas otras cosas, que
nuestro linaje latinoamericano estaba fuera de toda duda.
Muchos chilenos han aprendido en el exilio a reconocerse, por fin,
como miembros de aquella gran familia. Y la revista Araucaria
se ha propuesto con resolución programática ayudar a este
reconocimiento. (12)
Es fácil en el destierro europeo caer en la tentación
de construir una filosofía partiendo del hecho de que, ciertamente,
es más llevadero un paseo por la orilla derecha del Sena, en
primavera, quince años después de un dudoso mayo, que
una excursión a la vera de mares calientes donde sopla el huracán.
Y deducir de todo ello que uno está fuera de la Historia, que
ya no tiene vigencia el principio de responsabilidad civil, que no existe
el problema de la identidad cultural y que, en fin, aquellos huracanes
no nos conciernen.
Es fácil y arriesgado y Araucaria toma partido: asume
la faena de preservar el patrimonio cultural del chileno-latinoamericano,
que acaso sea, finalmente, una de las pocas cosas importantes que este
podrá exhibir cuando sea convocado al podio donde damos cuenta
de nuestro paso por el "reino de este mundo". Es
un tiempo en que la proliferación de documentos de identidad
levanta barreras para que esta pueda expresarse, quizás si lo
único que nos salvará vaya a ser la cédula que
establece nuestro origen: Latinoamérica.
El más europeo de nuestros escritores mayores, Alejo Carpentier,
tuvo la sabiduría de entender que todo lo que él aprendió
de Europa valía en tanto soporte para expresar su pasión
latinoamericana. De su "reino" somos, y eso quizás
explique mejor por qué, habiendo nacido en París y habiendo
ya vivido en ella más de un lustro, Araucaria se define
como revista cultural-política del exilio chileno-latinoamericano.
1- Para los curiosos de la pequeña historia,
anotemos que el "acta de fundación" de la
revista data del mes de mayo del año anterior. Fue en una reunión
realizada en Roma, presidida por el escritor y exsenador Volodia Teitelboim.
Pariciparon en ella: Carlos Orellana, Omar Lara, Hernán Loyola,
Sergio Muñoz Riveros, José Ramírez y Agustín
Olavarría.
2- No existe, que sepamos, ningún estudio que haya intentado
el inventario de las revistas publicadas por los chilenos en el exilio.
Su número se acercaría a las docientas, según quienes,
en algún momento, han tratado de coleccionarlas o, simplemente,
seguir su pista. Si se tiene en cuenta que la mayoría dejó
de aparecer a poco andar, y que la modestia de su edición (generalmente
se trata de cuadernillos breves impresos a mimeógrafo) no incita
a su conservación, es evidente que mientras más tiempo
pase más difícil será acometer esta tarea, que
juzgamos necesaria.
3- La revista ha publicado comparativamente pocos
testimonios de este carácter. Destaquemos algunos: "Dawson",
de Sergio Vuskovic. (Araucaria, n. 2, p. 61-77); "Las manos de
Víctor Jara", de Joan Turner (Araucaria, n. 2, p. 176-180);
"Funeral vigilado", de Sergio Villegas, que habla del entierro
de Pablo Neruda (Araucaria, n. 3, p. 35-59); "Primer mes",
de Carlos Orellana (Araucaria, n. 4, p. 81-91); "Desalojo en el
'San Luis' ", de Miguel Lawner (Araucaria, n. 7, p. 51-67);
"Páginas de diario", de Françoise de Menthon
(Araucaria, n. 12, p. 85-104).
4- Mencionamos algunos de los materiales más significativos.
Entre los testimonios: "Vivir en Chile: nuestra neurosis, nuestra
obsesión", entrevista a Rafael Agustín Gumucio (Araucaria,
n. 7, p. 95-115); "Radiografías del exilio", de Silvia
Vega Querat (Araucaria, n. 8, p. 131-51); "Salí a buscar
amigos por el mundo", de Manuel Miranda Sallorenzo (Araucaria,
n. 8, p. 165-74); "Morir y vivir diez veces", entrevista a
un mapuche exiliado, Marilaf Antiqueo (Araucaria, n. 9, p. 89-97); "Vivir
en París. Testimonios de un exilio", de Eugenia Neves (Araucaria,
n. 9, p. 157-71); "Chilenos en Mozambique", de Jaime Rovira
(Araucaria, n. 19, p. 99-111).
Hay también algunos cuentos sobre el exilio, entre ellos, "Zapateado",
de Juan Armando Epple (Araucaria, n. 8, p. 190.97); "Escrito en
Niza", de Osvaldo Rodríguez (Araucaria, n. 8, p. 199-201);
"Exilio" de Miriain Bergholz (Araucaria, n. 12, p. 166-68).
Este último es un notable ejercicio en torno a la descomposición
verbal del chileno enfrentado a una lengua extraña. Un poema
sobre el tema, de excepcional calidad, es "Decreto con fuerza de
exilio" (Araucaria, n. 8, p. 183-87), firmado por Ricardo Hueñi,
seudónimo que usaba en la época Mauricio Redolés.
Reflexiones sobre el trabajo del escritor exiliado se hallan en el artículo
"Fuera del lugar", de Federico Schopf (Araucaria, n. 9, p.
145-55) y en dos ensayos de Antonio Skármeta: "Ahorrar bajo
el ala del sombrero una lágrima asomada" (Araucaria, n.
9, p. 137-43) y "La nueva condición del escritor en el exilio"
(Araucaria, n. 19, p. 133-41). Sobre el exilio en tanto tal, la revista
ha publicado "El exilio", del doctor Alfonso González
Dagnino (Araucaria, n. 7, p. 117-35); "Exilio. Estudio médico-político",
de Katia Reszczynski, María Paz Rojas y Patricia Barceló
(Araucaria, n. 8, p. 109-29).
5- Julio Cortázar: "América Latina:
exilio y literatura" (Araucaria, n. 10, p. 59-66).
6- Este análisis comprende, desde luego, el rastreo
de las motivaciones ideológicas de los militares, presente en
particular en "El Hispanismo: ideología de la dictadura
en Hispanoamérica", de Miguel Rojas Mix (Araucaria, n. 2,
p. 47-59); "El discurso de la represión", de Osvaldo
Fernández (Araucaria, n. 3, p. 11-33); "Facismo dependiente
y rasgos de una política antifacista", de Manuel Castro
(Araucaria, n. 14, p. 75-85); "La ideología del Mont-Pèlerin",
de Miguel Rojas Mix (Araucaria, n. 18, p. 43-53), "El facismo en
la evolución política de Chile", de Hernán
Ramírez Necochea (Araucaria, n. 1, p. 9.33).
Hay artículos generales: "Elementos de la crisis política
chilena", de Luis Maira (Araucaria, n. 4, p. 7-33). También
exámenes de temas precisos, como la salud o la economía:
"El genocidio", de Alfonso González Dagnino (Araucaria
n. 1, p. 35-52); "Facismo y desnutrición en Chile",
de Manuel Ipinza (Araucaria, n. 4, p. 59-76); "Mercado de capitales
y concentración financiera", de Hugo Fazio (Araucaria, n.
5, p. 43-68); "La economía chilena en los años de
Allende", de Orlando Millas (Araucaria, n. 5, p. 23-38); "La
dirección económica durante el gobierno de Allende",
de Gonzalo Martner (Araucaria, n. 12, p. 49-66).
7- Señalemos: dos artículos de Bernardo Subercaseaux:
"Diego Portales y la junta militar chilena. Singularidad histórica
y aproximación retórica" (Araucaria, n. 2, p. 29-46),
y "Visión de los Estados Unidos y América en la élite
liberal", (Araucaria, n. 11, p. 21-35); "O'Higgins 200 años
después", de Volodia Teitelboim (Araucaria, n. 4, p. 93-127);
"El pensamiento social chileno a fines del siglo XIX y principios
del XX" (Araucaria, n. 14, p. 61-73) y "Alejandro Venegas
y las posibilidades de un pensamiento nacional" (Araucaria, n.
20, p. 111-127), ambos artículos de Carlos Ossandón; Luis
Bocaz, "Pedro de Valdivia y la fundación de Santiago. La
génesis de un espacio dependiente", (Araucaria, n. 20, p.
81-95); "Francisco Bilbao, el peregrino del porvenir", de
Virginia Vidal (Araucaria, n. 20, p. 97-109); "La economía
colonial chilena. Modalidades en la asignación de recursos",
de Alexis Guardia (Araucaria, n. 21, p. 53-75).
8- Los Capítulos de la Cultura Chilena se han publicado bajo
la dirección de Luis Bocaz, quien es también el autor
de los textos de presentación de cada uno de ellos. El detalle
de los Capítulos aparecidos hasta la fecha es el siguiente: La
plástica. Comprende: "El desafío de una pintura política",
entrevista a José Balmes; "Tomar la vida y los sueños
de la mano", de Guillermo Núñez; nómina de
pintores participantes en la Exposición de Reims (abril-junio
1977) y en el Museo de la Resistencia Salvador Allende. Reproducciones
a color de pinturas de Balmes, Fernando Krahn, Nemesio Antúnez,
Roberto Matta, Gracia Barrios, Carlos Vázquez, Eduardo Bonati,
Enrique Zañartu, Guillermo Núñez y de tapices bordados
por las mujeres de los presos políticos (Araucaria, n. 1, p.
104-36). La música. Comprende: "Música chilena e
identidad cultural", entrevista a Gustavo Becerra; "Discusión
sobre la música chilena", mesa redonda con participación
de Hugo Arévalo, Patricio Castillo, Eduardo Carrasco (Quilapayún),
Charo Cofré, Miguel Ángel Cherubito, Eulogio Dávalos,
Fernando García, Inti-Illimani, Patricio Manns, Sergio Ortega,
Ángel Parra, Isabel Parra, Osvaldo Rodríguez, Daniel Salinas,
Hans Stein, Trabunche; "El canto nuevo" (testimonio de José
Morales); "Las manos de Víctor Jara", de Joan Turner
(Araucaria, n. 2, p. 93-100). La universidad. Comprende: "Universidad.
Democracia y facismo", entrevista a Hernán Ramírez
Necochea; "Debate sobre la universidad", contribuciones de
Jacques Chonchol, Edgardo Enríquez Früdden, Enrique Kirberg,
Carlos Martínez, Eduardo Ruiz y Sergio Spoerer; "La universidad
vista desde el interior", testimonios (Araucaria, n. 3, p. 99-173).
La ciencia. Comprende: "Desarrollo científico y subdesarrollo
económico", entrevista a Armando Cisternas; "Debate
sobre la política científica chilena", contribuciones
de Vladimir Hermosilla, Claudio Iturra, Jaime Schwencke y Claudio Teitelboim
(Araucaria, n. 5, p. 129-60). El teatro. Comprende: "El teatro
Experimental", entrevista colectiva; "El teatro en los campos
de concentración", entrevista a Oscar Castro; "Teatro
de creación colectiva", de Arnold Suttcliffe. Las ciencias
sociales. Comprende: "La economía chilena entre el desarrollismo
y la Escuela de Chicago", entrevista a Alberto Martínez;
"Con los pies puestos en la geografía", de Juan Arriet;
"Historiografía y conciencia nacional", de Marcelo
Carmagnani; "Chile, ¿qué enseñanza filosófica?",
de Osvaldo Fernández; "La sociología: de la teoría
social al análisis empírico de las transformaciones sociales",
de Cecilia Montero (Araucaria, n. 10, p. 85-147). El cine. "No
hacer más una película como si fuera la última",
entrevista a Raúl Ruiz; "Orientación y perspectivas
del cine chileno", mesa redonda con participación de Sebastián
Alarcón, Jaime Barrios, José Donoso, Eduardo Labarca,
Miguel Littin, Orlando Lübbert, Cristián Valdés y
José Miguel Varas; "Hacer la memoria de Chile", de
Patricio Guzmán; "Mi aprendizaje con 'Caliche sangriento'
" de Helvio Soto; "Filmografía chilena post-golpe",
de Jacqueline Mouesca (Araucaria, n. 11, p. 97-155). Algunos de estos
mismos temas han sido tratados en diversos artículos: "El
estado chileno actual y los intelectuales", de Ariel Dorfman (Araucaria,
n. 10, p. 35-51); "El clásico universitario, un teatro de
masas de invención chilena", de Osvaldo Obregón (Araucaria,
n. 13, p. 99-125); "El teatro en Chile en la época del setenta",
de Pedro Bravo Elizondo (Araucaria, n. 13, p. 127-35); "La cueca
urbana o cueca chilena", de Julio R. Alegría (Araucaria,
n. 14, p. 125-37); "El teatro obrero en Chile", de Pedro Bravo
Elizondo (Araucaria, n. 17, p. 99-107); "Notas sobre la cueca larga
de Violeta Parra", de Juan Armando Epple (Araucaria, n. 5, p. 187-97);
"Chile 1982: algunos aspectos de su vida cultural", contribuciones
de Bruno Franco, Soledad Blanchi, José Balmes, Irma González,
Raúl Pizarro y otros (Araucaria, n. 17, p. 125-55); "Teatro
chileno bajo el facismo", de Grínor Rojo (Araucaria, n.
22, p. 123-37); "Herencia y contradicción en la cultura
chilena", de Volodia Teitelboim (Araucaria, n. 7, p. 25-48); "Conversación
con Matta" (Araucaria, n. 1, p. 79-103) y "Segunda conversación
con Matta" (Araucaria, n. 20, p. 37-61); "La sabiduría
campesina y popular chilena en el siglo XIX", de Maximiliano Ramírez
(Araucaria, n. 19, p. 81-96); "Conversación con Juvencio
Valle" (Araucaria n. 13, p. 151-61); "Conversación
con Miguel Littin" (Araucaria, n. 21, p. 77-95).
La presencia de la plástica no sólo se manifiesta en artículos
de análisis o en entrevistas, sino a través de la reproducción
de trabajos de los plásticos mismos: pintores, dibujantes, grabadores
y fotógrafos. La nómina completa es la, siguiente: Nemesio
Antúnez, Jaime Azócar, José Balmes, Gracia Barrios,
Juan Bernal Ponce, Eduardo Bonati, Santos Chávez, Soledad Chuaqui,
Cecilia Boisier, Guillermo Deisler, José Gamarra (uruguayo),
José García, Juan García, Carlos Hermosilla Alvarez,
Fernando Krahn, Miguel Lawners, Carlos Mariner, Mario Murúa,
Guillermo Núñez, Agustín Olavarría, César
Olhagaray, Fernando Orellana, Gastón Orellana, José Palomo,
Luis Pueller, Hugo Gómez Riveros, Rodrigo Sáez, Jorge
Salas, Néstor Salas, Guillermo Tejeda, Mario Toral, Jorge Triviño,
Carlos Vázquez, Rafael Vega Querat, Dolores Walker y Enrique
Zañartu. Se han reproducido, además, fotografías
de esculturas de Mónica Búnster, Víctor Hugo Núñez
y Ricardo Mesa.
Una atención especial ha sido dedicada a la educación.
Aparte de crónicas y notas diversas, han aparecido los siguientes
artículos: "Modelo cultural y universidad en el autoritarismo",
de José Joaquín Brum en (Araucaria, n. 14, p. 87-97);
"Cambios en el sistema educacional bajo el gobierno militar",
de Rafael Echeverría y Ricardo Hevia (Araucaria, n. 13, p. 39-57);
"La 'normalización' facista del sistema educacional chileno"
(Araucaria, n. 15, p. 55-66), de Juan Francisco Palomo; "El desmantelamiento
educacional" (Araucaria, n. 14, p. 183-205), y "Líneas
para un balance de la educación chilena" (Araucaria, n.
22, p. 183-205), ambos de Patricio Cleary.
9- La lista de poetas publicados es la siguiente: Alfonso
Alcalde, Fernando Alegría (se le ha publicado también
prosa), Simón Arismendi, Raúl Barrientos, Roberto Bolaño,
Javier F. Campos (prosa también), Eduardo Carrasco, Hernán
Castellano Jirón (prosa también), Salvatore Coppola, Humberto
Díaz Casanueva, Ariel Dorfman, Eduardo Embry, Rosalía
Fuentes, Alicia Gamboa, Oscar Hahn, Ricardo Hueñi, Omar Lara,
Patricio Manns, Germán Marín, José María
Memet, Gonzalo Millán, Gustavo Mujica, Naím Nómez,
Pablo Neruda, Floridor Pérez (prosa también), Fernando
Quilodrán, Guillermo Quiñones, Mauricio Redolés,
Osvaldo Rodríguez (prosa también), Waldo Rojas, Jorge
Soza Egaña, Jorge Teiller, Armando Uribe Arce (prosa también),
Enrique Valdés, Bernardo Vecchio, Alberto Vega Suárez,
Cecilia Vicuña. Los autores de textos en prosa (cuentos, capítulos
de novela, relatos, trozos de memorias, epigramas) son los siguientes,
excluyendo aquellos que ya fueron mencionados en poesía: Guillermo
Araya, Guillermo Atías, Antonio Avaria, Ligeia Balladares, Ricardo
Basoalto, Miriam Bergholz, Roberto Brodsky, Leonardo Carvajal, Carlos
Cerda, Luis Bocaz, Julio Elqui, Juan Armando Epple, Juan Carlos García,
Claudio Giaconi, Eduardo Labarca, Oscar Magerit, Ernesto Malbrán,
Julio Moncada, Bruno Montané, Jorge Montes, Agustín Olavarría,
Carlos Ossa, José Ramírez, Omar Saavedra, Mario Salazar,
Carlos Salazar, Antonio Skármeta, Volodia Teitelboim, Mario Toral,
José Leandro Urbina, Sergio Villegas, Roberto Weisner.
A los anteriores habría que agregar los poetas y prosistas latinoamericanos:
Helena Araújo, Roberto Armijo, Mario Benedetti, Luis Britto García,
Julio Cortázar, César Fernández Moreno, Eduardo
Galeano, Salvador Garmendia, Roberto Fernández Retamar,
Henry Luque Muñoz, Elvio Romero, Pedro Orgambide, Vicente Zito
Lema.
10- Recordemos los más importantes: "Pablo Neruda, el espacio
fundador", de Hernán Loyola (Araucaria, n. 3, p. 61-83);
"Testimonios de la lucha antifacista", de Jaime Concha (Araucaria,
n. 4, p. 129-47); "Narrativa chilena después del golpe",
de Antonio Skármeta (Araucaria, n. 4, p. 149-69); "Pezoa
Vélez, poeta entre dos siglos", de Luis Enrique Délano
y Guillermo Quiñones (Araucaria, n. 9, p. 119-35); "Blest
Gana", de Jaime Concha (Araucaria, n. 12, p. 107-21); "Los
escritores del cincuenta", de Virginia Vidal (Araucaria, n. 12,
p. 123-35); "Poesía chilena en el exilio", de Marcelo
Coddou (Araucaria, n. 14, p. 99-111); "Poesía popular 'a
lo humano' en hojas sueltas", de Eduardo Embry (Araucaria, n. 14,
p. 113-23); "La literatura chilena en el contexto latinoamericano",
de Fernando Alegría (Araucaria, n. 19 p. 113-19); "Carlos
Droguett", de Jaime Concha (Araucaria, n. 19, p. 121-31); "Cronología
histórica y literaria de Chile", de Juan Armando Epple (Araucaria,
n. 19, p. 142-57).
11- Hay artículos de corte histórico-político:
"El marxismo en Chile", primera parte, de Orlando Millas (Araucaria,
n. 15, p. 69-85) y segunda parte de Clodomiro Almeyda (Araucaria,
n. 16, p. 35-45); "Recabarren, su legado", de Manuel Castro
(Araucaria, n. 19, p. 59-79); en otros la connotación
principal es el examen ideológico: "El funcionamiento de
la ideología en una formación económico-social",
de Osvaldo Fernández (Araucaria, n. 6, p. 53-67); "La
religión, 'opio del pueblo' y
protesta contra la miseria real' ", de Sergio Vuskovic (Araucaria,
n. 18, p. 79-91); "Vigencia y actualidad de Carlos Marx",
de Hugo Fazio (Araucaria, n. 21, p. 31-45); "La poblada
soledad de Antonio Gramsci", de Rodney Arismendi (Araucaria,
n. 21, p. 101-11). Se han publicado, en fin, algunos materiales más
coyunturales, como la "Mesa redonda con la Comisión Política
del Partido Comunista de Chile", con motivo de su 60 aniversario
(Araucaria, n. 17, p. 23-77), o algunos artículos, entrevistas
o reportajes sobre temas como las torturas y los desaparecidos: "Negación
del olvido", de Julio Cortázar (Araucaria, n. 14,
p. 21-23); "El desaparecimiento de personas. Breve análisis
jurídico", de Eduardo Novoa Monreal (Araucaria,
n. 14, p. 24-29); "Lo que no puede olvidarse" testimonio colectivo
(Araucaria, n. 13, p. 25-37); "Chile 1981: sus prisiones",
entrevista a José Maldavsky (Araucaria, n. 14, p. 31-43);
"Chile 1981: sus anhelos y sus luchas", testimonio colectivo
p. 19-31).
12- Destaquemos los siguientes trabajos: "Las intervenciones. extranjeras
y la crisis del imperialismo", de Pablo González Casanova
(Araucaria, n. 2, p. 19-27); "Feudalismo o capitalismo
en la historia colonial de América Latina", de Alexis Guardia
(Araucaria, n. 4, p. 35-57); "Después de Puebla.
Iglesia y movimiento popular en la América Latina", de Sergio
Spoerer (Araucaria, n. 6, p. 41-51); "Nuestra América,
de José Martí", de Carlos Ossandón (Araucaria,
n. 10, p. 13.21); "Mariátegui, el amauta", de Osvaldo
Fernández (Araucaria, n. 12, p. 69-83); "Cristianismo
popular en América Latina", de Sergio Spoerer (Araucaria,
n. 14, p. 45-59); "América Latina en el último quinquenio",
de Agustín Cueva (Araucaria, n. 11, p. 7-19); "América
Latina en la hora de Reagan" de Luis Maira (Araucaria,
n. 15, p. 33-53); "Santa Fe y los intelectuales de América
Latina", de Volodia Teitelboim (Araucaria, n. 16, p. 19-29),
"El capitalismo periférico según Prebisch",
de Orlando Caputo (Araucaria, n. 18, p. 55-76); "Mariátegui
y su crítica del latifundio", de Jaime Concha (Araucaria,
n. 22, p. 79-99). En el nivel de reportajes, destaquemos los siguientes:
"Nicaragua: la insurrección y la guerra victoriosa"
(Araucaria, n. 9, p. 1841); "El Salvador entre el genocidio
y la esperanza", (Araucaria, n. 12, p. 9-29); "Guatemala,
las líneas de la insurrección popular" (Araucaria,
n. 19, p. 13-35); "Uruguay tras la huella extraviada de Artigas"
(Araucaria, n. 20, p. 2135); "El Salvador: de la
insurrección a la guerra revolucionaria" (Araucaria,
n. 22, p. 55-57).
Sobre temas culturales diversos: "Andrés Bello: política
cultural y formación social dependiente", de Luis Bocaz
(Araucaria, n. 16, p. 79-101); "Siete notas sobre muralismo mexicano",
de Luis Cardoza y Aragón (Araucaria, n. 17, p. 109-23); "Carlos
Gardel ¿un fantasma del viejo pasado?", de Carlos Ossa (Araucaria,
n. 13, p. 137-146); "La marimba, espejo de una sociedad",
de Arturo Taracena (Araucaria, n. 22, p. 139-53); "Una copa de
daiquirí", de José Juan Arrom (Araucaria, n. 17,
p. 196-99); "Oski, vero ciudadano de Indias", de Miguel Rojas
Mix (Araucaria, n. 10, p. 77-82); "Conversación con Silvio
Rodríguez", de Isabel Parra (Araucaria, n. 16, p. 61-77).
Sobre temas propiamente literarios: "Las novelas del dictador",
de Volodia Teitelboim (Araucaria, n. 2, p. 79-95); "Borges,
la clara espada y la furtiva dinamita", de Miguel Rojas Mix (Araucaria,
n. 5, p. 97-107); "Conversación con Eduardo Galeano"
(Araucaria, n. 3, p. 85-97); "Vanguardismo literario y
vanguardia política en la América Latina", de Ana
Pizarro (Araucaria, n. 13, p. 81-97); "La poesía
de Ernesto Cardenal", de Víctor Farías (Araucaria,
n. 15, p. 101-19); "Alejo Carpentier. La verídica y maravillosa
imagen de la América Latina", de Fernando Moreno y Carlos
Santander (Araucaria, n. 11, p. 75-82); "Variaciones sobre
Gabriel García Márquez", contribuciones de Carlos
Cerda, Jaime Concha, Víctor Farías, Fernando Moreno y
Eugenia Neves (Araucaria, n. 1, p. 103-47); "José
Martí visto por Gabriela Mistral", de Volodia Teitelboin
(Araucaria, n. 22, p. 151-53); "García Márquez:
sólo cuento cosas que le pasan a la gente", entrevista de
Ligeia Balladares (Araucaria, n. 5, p. 7-21)..
Carlos Orellana - Primer Coloquio de Literatura Chilena
en el exilio, Institut des Hautes Etudes de l'Amérique latine,
Université Sorbonne Nouvelle. París, Francia, junio de
1983
Revista Casa de las Américas, Cuba. 1984
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